Nacionalización de los depósitos bancarios
24 de abril de 1946- Nacionalización de los depósitos bancarios
En 1946 Perón tomó dos decisiones claves para avanzar en el camino hacia la soberanía económica: una, convertir en ley la nacionalización del Banco Central; la otra, la nacionalización de los depósitos bancarios.
En la Argentina anterior a 1945, los resortes fundamentales de la economía nacional se hallaban manejados por bancos privados, principalmente, en manos del imperio británico. La mayoría de los créditos eran otorgados a monopolios de capital foráneo que, luego, llevaban las ganancias al extranjero. Bajo este circuito especulativo no era posible para el país ejercer una soberanía real sobre sus recursos financieros. Es en este marco que el recupero del control de la política monetaria -con la reglamentación de la nacionalización del Banco Central y los depósitos bancarios- adquiere un gran valor para la historia de nuestro país.
En palabras del propio Perón en su discurso a la Asamblea Legislativa del 26 de octubre de 1946: "organizados como un perfecto monopolio, los bancos estaban divididos a través de un pool cerrado, en el cual las entidades particulares podían imponer su criterio en asambleas, sobre los bancos oficiales o mixtos. Así, los bancos privados con solo un aporte inicial de 30,4 por ciento del capital, tenían el extraordinario privilegio de manejar las asambleas, custodiar el oro de la Nación y el ejercicio de todas las facultades de Gobierno, indelegables por razones de soberanía estatal. El Banco Central promovía la inflación, contra la cual aparentaba luchar, violando el artículo 40 de su carta orgánica y emitiendo billetes sin limitación, contra las divisas bloqueadas en el exterior, de cuyo oro no se podía disponer en el momento de su emisión. En otras palabras, se confabulaba contra la Nación y se actuaba visiblemente en favor de intereses foráneos e internacionales. Por eso, su nacionalización ha sido, sin lugar a dudas, la medida financiera más trascendental de los últimos 50 años".
Perón transforma la dinámica bancaria al convertirla en una herramienta al servicio del crecimiento productivo; y a todos los bancos de plaza en instrumentos del redescuento del Banco Central. La nacionalización de los depósitos constituyó uno de los pilares claves para la planificación económica nacional y, por ende, del desarrollo nacional.
Con la nacionalización de los depósitos, el Estado tomó bajo su órbita el poder de definir la dirección de la política crediticia: volumen y dirección de los créditos, ampliación hacia sectores de la producción, plazos fijos y tasas de intereses fijadas de acuerdo a los requerimientos del país. También puso fin a la especulación financiera que se llevaba adelante con el accionar conjunto entre la banca privada y las empresas extranjeras; y con ello se limitó además el poder de coerción que los grupos concentrados de la economía internacional realizaban a través de la emisión de créditos sin control mediante bancos privados.
Más sobre la nacionalización de los depósitos bancarios:
Perón, en "La Hora de los Pueblos" (1968):
"Nuestros países, faltos de capital, no pueden impulsar su desarrollo porque en el negocio de los países pasa lo que en todos los demás negocios: el desarrollo se impulsa a base de inversión. Siendo ello así, nuestra solución estaba en capitalizar al país. Un país se capitaliza de una sola manera: trabajando, porque nadie se hace rico pidiendo prestado o siendo objeto de la explotación ajena. Todo consistía entonces en organizarse para trabajar, crear trabajo y poner al Pueblo Argentino a realizarlo, porque el capital no es sino trabajo acumulado. Esto no era difícil en un país donde todo estaba por hacerse. A poco de andar nos percatamos que las organizaciones internacionales imperialistas tenían organizados todos los medios para descapitalizarnos mediante los famosos servicios financieros que ocasionaban anualmente la deuda externa, los servicios públicos, la comercialización agraria, los transportes marítimos y aéreos, los seguros y reaseguros, etc., y aparte de ello, gravitaban ruinosamente las evasiones visibles e invisibles de capital.
De esta manera, de poco valía trabajar si el producto de ese trabajo iba a parar a manos de nuestros explotadores. Era preciso recurrir a dos medidas indispensables para evitar esa descapitalización permanente:
1º) Nacionalizar los servicios en manos extranjeras que imponían servicios financieros en divisas.
2º) Crear una organización de control financiero que impidiera la evasión de capitales.
La compra de los servicios públicos, la repatriación de la deuda externa, la creación del Instituto de la Promoción del Intercambio (I.A.P.I.), la nacionalización de los seguros y reaseguros, la creación de una flota mercante y aérea, etc., etc., permitieron realizar lo primero. Lo segundo ocasionó la reforma bancaria y la promulgación de la Ley Nacional de Cambios. Recién entonces se pudo comenzar a cumplir el más viejo principio fenicio de la capitalización: 'peso que entra, no debe salir'."
FREJULI, Programa de gobierno (1973):
"El sistema financiero es un instrumento crítico de control y organización que tiene como objetivo el programa Justicialista en razón de que afecta a toda la actividad económica del país y porque ningún gobierno que quiera hacer justicia social a través de cambios en la estructura del poder y en la estructura de la propiedad podrá hacerlo sin manejar el sistema financiero".